¿Te suena la palabra pH? Puede que asocies este concepto a productos de higiene, ¿verdad? En publicidad se utiliza es concepto de pH neutro para referirse a algo importante para el cuidado de la piel. Pero, ¿asociabas el pH al agua? Pues existe, y es igual de esencial, por ello hoy en el blog de Irima explicaremos el porqué.
En primer lugar definiremos su concepto. El pH del agua es una prueba muy común que se realiza para conocer la calidad del agua. Ésta indica su nivel de acidez o alcalinidad. Estas mediciones se realizan en una escala de 0 a 14, considerando el 7 como pH neutro. Si las soluciones son inferiores a 7, son ácidas, y si son superiores, son bases o alcalinas.
Para que el agua sea potable, tiene que tener un nivel de pH entre el 6,5 y el 9,5. Esto es lo que indica la actual normativa de la Unión Europea. El objetivo no es otro que proteger la salud pública de efectos adversos del agua contaminada. En el caso de que el pH sea inferior a 6,5, el agua podría dañar las tuberías y, por lo tanto, el sabor del agua sería más amargo o metálico. En caso de que el pH fuera superior a 8,5, podría tener algunos efectos que, si bien no son un riesgo para la salud, sí pueden ocasionar algunos daños. Entre ellos la formación de cal o sarro en las tuberías disminuyendo así su interior. Esto podría «salar» el agua, alterando el sabor de alimentos como el café o el té.
De ahí la importancia de “neutralizar” ese pH. Pero antes hay que determinar cuál es el nivel de pH del agua en nuestros hogares. Para saberlo, basta con realizar un test. A partir de ahí, es posible instalar sistemas que ayudarán a obtener el mejor agua tanto para el consumo como para la higiene personal.
Puesto que el agua para el consumo debe estar perfectamente purificada, es necesario depurarla para garantizar su máxima calidad. Para ello, es posible seguir un proceso de esterilización que conseguirá desinfectar el agua mediante luz ultravioleta. Ésta representa hoy en día uno de los mejores métodos para la desinfección del agua, puesto que no se añaden químicos, ni olor, ni sabor al agua tratada.
Otra de las maneras que permiten depurar el agua contra contaminantes como virus y bacterias son los equipos de ósmosis inversa. Estos sistemas consiguen los niveles más estrictos de filtración, actuando como una barra de protección. Mediante la ósmosis inversa se consigue un agua pura y de calidad tanto para el consumo como para la higiene personal.
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